Quien a Dios tiene, nada le falta.
Sólo Dios basta.
Que 2021 sea un año lleno de Salud. Feliz 2021
Blog sobre Historias relacionadas con el mundo Cofrade
Hombre
glorioso, de larga sombra,
alma y cuidado de Santa Honra,
José bendito:
mira a tu hijito,
ruega por mí.
Virgen
de amables ojos, Doncella,
Madre de blanda entraña, mi Dueña:
tu mano buena
quiero tenerla
cerca de mí.
Ese
tesoro que en brazos llevas,
ese niñito que al rostro besas,
dámelo luego:
llevarlo quiero
dentro de mí.
Cándido
Infante de dones lleno,
santo semblante del Dios Eterno,
divino Verbo:
llévame, ruego,
dentro de ti.
Amén.
Sagrada Familia del Pajarito. Murillo. Museo del Prado.
Dime Niño de quién
eres
todo vestidito de blanco.
Soy de la Virgen María
y del Espíritu Santo.
Resuenen con alegría
los
cánticos de mi tierra
y viva
el Niño de Dios
que
nació en la Nochebuena.
La Nochebuena se
viene, tururú
la Nochebuena se va.
Y nosotros nos iremos, tururú
y no volveremos más.
Dime Niño de quién
eres
y si te llamas Jesús.
Soy amor en el pesebre
y sufrimiento en la Cruz.
Resuenen con alegría
los
cánticos de mi tierra
y viva
el Niño de Dios
que
nació en la Nochebuena.
TRIANA DE ESPERANZA
No existe la lejanía cuando se
trata de la distancia del alma, esa que se mide en suspiros y de la que solo
entiende el corazón, pues se acompasan los latidos al ritmo que marca el
sentimiento más puro que emana del espíritu, y ante el que se doblega
inevitablemente la razón.
En Sevilla sentí eso que se siente
al cruzar el puente de Triana, cuando el sabor del barrio te envuelve en la Plaza
del Altozano. Eso, ese pellizquito en el alma. Y es que hay que ver cómo
aprietan el corazón las cosas en Sevilla. Como dijo el inigualable Rafa Serna
en aquel maravilloso pregón, “hemos estado en Sevilla, que es como estar en el
cielo”. Y bien merece Sevilla estas letras, pues basta respirar su aire, pasear
sus calles y sentir la magia de sus rincones, para enamorarse de la que es, sin
duda, la ciudad Mariana por excelencia.
Tiene Sevilla un barrio marinero,
cuna del arte más genuino. Tiene Sevilla a Triana, y tiene Triana la Calle
Pureza, esa que sabe a palio y a izquierdo por delante. La calle a la que Dios
otorgó la inmensa fortuna de ver en la tierra esa infinita ventura de la que
goza el cielo. Allí, en la Capilla de los marineros, cerquita de Santa Ana y
mecida por el rumor del Guadalquivir, habita la Madre de Dios. Ella, Esperanza
de Triana, Estrella de ojos negros, basta advertir su rostro para que nos
embargue la certeza de quien se sabe preso de su bendita clemencia.
Fue una tarde de invierno cuando la
visité por primera vez, aunque el corazón lo había hecho tiempo atrás. Y fue
entonces suficiente el reflejo de su mirada en mis ojos, para sentir el calor
de sus manos en mi corazón.Desde aquel instante, un trocito de mí se quedó para
siempre en Triana. Yo, que he nacido lejos de Ella, y que afortunadamente
también tengo a mi Esperanza en Zamora, la siento cerca cada día. Y ambas
tienen su lugar. Así, en esta distancia que no lo es, en esta lejanía que tan
solo es corporal, siento su presencia, y su amor se muestra inconmensurable, pues
por cuestiones inexplicables a la razón, nadie elige aquello que le conmueve el
alma.
En diciembre, tiene lugar una cita
ineludible del almanaque sevillano, pues es entonces cuando el cielo baja a la
tierra en esa orilla que sabe a Esperanza en Pureza y a Expiración en la calle
Castilla. Late el corazón al son de Triana cuando la Virgen pisa el suelo de
Sevilla, y la fragilidad de un instante se torna eternidad en su presencia.
Reina, Madre y Capitana. Esperanza para el mundo. En este atípico año, el consuelo
de tus manos ha sido especialmente necesario, pues nunca antes había hecho
tanta falta la Esperanza como en este tiempo que atravesamos. Bajas de tu trono
en un momento en el que necesitamos de ti para recorrer un camino que se
aventura incierto. Tú, que eres aurora cada Viernes Santo, serás también la luz
de nuestros días, alimento para el alma, sosiego para el espíritu, pues no hay
mayor dicha que tener por guía la ternura de tu dulce mirada.Triana abre sus
puertas a la Esperanza, y a tus plantas, Señora, se arrodilla el mundo.
Somos lo que sentimos, somos esos
impulsos incomprensibles que en ocasiones nos abruman, pues son mensajes del
alma, y conviene escuchar, conviene escucharnos de vez en cuando, y es que a
veces, incluso nosotros mismos también tenemos algo que decirnos. Por algún
motivo, Madre, te siento aquí. Hay algo que, sin solución de continuidad,
siempre me lleva a ti. Y qué fortuna.
Dicen que recordar significa volver
a pasar por el corazón, y aquí estoy, un dieciocho de diciembre más, el día de
la Esperanza, llevando en mi recuerdo la mirada que se quedó grabada para
siempre en mi alma aquella tarde en Triana.
Sara Pérez Tamames
Semana de Expectación,
en este tiempo de
Adviento,
emociona escribir
la presentación
de un texto de
sentimiento.
Escrito cuya
fuente es el Duero,
que navegando por
el Guadalquivir
desembarcan en el
arrabal Trianero
con un poderoso
sentir.
Hasta un Puerto
de Bonanza,
dos ríos ha surcado,
para llegar hasta
la Esperanza
en el día más
esperado.
Una dulce melodía
zamorana,
lleva sus acordes
a Pureza,
la Calle Larga de
Triana
siente un texto
de Gran belleza
Las Palabras son
sentimientos,
sentimientos
llenos de Esperanza,
en el corazón, el
nacimiento,
de la más bella
alabanza.
A Sara Pérez Tamames
José Antonio Rodríguez
María
es,
la Pura Concepción
que antes que Roma
mi Sevilla proclamó.
Inmensa Luz,
que alumbra el existir
y en Primavera
ya subiera al cielo al fin.
Con devoción,
e con el mío compás
y a mi manera
yo te llevo en el costal.
Tú eres la Reina
en cualquier galaxia
pues solo con tu gracia
la vida se pueda soportar.