Fue fugaz. Fue un
sueño entre tanta pesadilla. Fue un momento vivido con gran intensidad.
Allí estábamos de
nuevo. En la Parroquia de San Ignacio de Loyola. Allí la Hermandad, hecha ese
día Cofradía. Reencuentros, lágrimas, oraciones por quienes faltaban, alegría
por quienes llegaron. Tres años y Dos Semanas Santas sin vivir esa estampa.
Pero llegó.
Tras un invierno
muy dramático por falta de precipitaciones, la lluvia fue la invitada del día.
Había que tomar
una decisión y se decidió salir a la calle a dar Testimonio de Fe y a
Evangelizar. El Sol lucía y los rayos del mediodía acariciaban el dorado de la
Cruz de Guía. San Pablo ya camina buscando la Catedral. Un mar de aplausos
esperaba en Pedro Romero.
Así fueron saliendo y en el interior del
Templo Parroquial, suena tras tres años el llamador. El momento más emotivo. La
voz del capataz anuncia que la primera levantá va por el autor de Nuestros
Sagrados Titulares, Luis Álvarez Duarte, y por las personas que pertenecieron a
la Hermandad y que fallecieron en este trienio. Lágrimas bajo los antifaces,
por aquellos que partieron hacia los balcones del cielo y que hoy nos mirarán
desde arriba.
Poco a poco,
suena la Marcha Real. Jesús Cautivo y Rescatado bendice ya su barrio y empieza
a avanzar. Los nazarenos de la Virgen empiezan a abandonar la Parroquia.
Sevilla ya nos espera. Avanzamos ligero y la Virgen del Rosario en su Palio de
Luz comienza su caminar a la Santa Iglesia Catedral. Le espera su barrio, la
UME y los Cantores con el Coro de Julio Pardo para cantarle su Salve. La Salve
compuesta por un Trovador Eterno. Don Pascual González Moreno. Honor y Gloria
de la Ciudad de Sevilla.
Pero la invitada
estaba por llegar, había que ir aligerando y ya en el centro, tras la lluvia de
pétalos de Villegas se presentó el agua. Hubo que aligerar y llegar lo más
rápido posible a la Catedral. Fueron
momentos duros los allí vividos, pero fueron momentos de reencuentro entre
nuestra gente. Gente que hacía mucho tiempo que no se veía. Lágrimas,
recuerdos. Las medallas de las personas ausentes sobre las túnicas. Quede
también para el recuerdo, que se intentó volver y fue un instante hermoso ver
como el cortejo de Virgen formado, escoltaba en la nave catedralicia, al
Cautivo y Rescatado. Empezó a llover con fuerza y allí quedamos. Nuestros
Titulares junto al Señor de la Corona. Cada uno volvió a su casa como
buenamente pudo.
Llegó el Sábado
Santo y llegó el traslado de vuelta. Muy temprano , los autobuses y el metro se
llenaron de personas con medallas trinitarias. Hermosa la Catedral cuando aún
no ha amanecido y hermoso vivir como se forma un cortejo en sus naves.
Puntual nos
pusimos a caminar. Hay quien que volveríamos solos al Polígono. Pues allí
estaba el Polígono San Pablo para acompañar a sus Titulares. Allí escoltando al
Cautivo y Rescatado y a su Madre del Rosario Doloroso. Al lado de los pasos.
Nuestra gente escolta los pasos así, caminando al lado. De la vuelta quedarse
con el Palio de Luz recibiendo los rayos del sol en la Calle Oriente, momento
mágico. También con la entrada Triunfal en Pedro Romero y con los reencuentros
posteriores. Esa mañana de Sábado Santo quedará siempre en el recuerdo.
Sería ahora fácil
decir, no salimos. Otro año, quien esta opinión escribe, hubiera dicho que no. Pero
era un año muy especial, era especial por tanta gente que nos dejó desde 2019 y
había que hacerlo. Si no se hubiera hecho, no hubiéramos vivido intensamente la
magia de cada momento.
Foto; Iván Sánchez Cardeña
Texto; JanRoc