Como si fuera un poeta bucólico que escriben sobre hermosos
paisajes, es cierto que hay lugares que traen la calma al alma.
La Aldea del Rocío es uno de Ellos cuando no hay ecos de
cohetes o de peregrinaciones multitudinarias, es hermoso contemplar en soledad
la marisma y al fondo Doñana.
Pero lo primero siempre después de aparcar el coche es
visitar a la Señora , es caminar por la fina arena hasta llegar a la blanca
ermita, hasta ella la Fe nos lleva y orar ante la Virgen con su Santuario
vació, es como estar en la misma gloria.
Un remanso de paz acercarse a la reja y tras una oración la
Ermita abandonar, pero al salir encontrarse que la Virgen ya ha hecho un primer
milagro, sanar las heridas del alma y contemplar la marisma en calma.
Una marisma en la que los ánades nadan con mucha
tranquilidad, una marisma en la que los equinos pastan con sosiego.
Pocos lugares son comparables en el mundo a esta creación
natural cuyo fondo se asimila al paraíso terrenal, Doñana y su marisma, la
marisma y su Pastora.
Se vuelve a casa con
el alma en calma tras el remanso de paz que
nos proporciona el poder
contemplar tras las promesas esa marisma celestial.
Texto Jara
No hay comentarios:
Publicar un comentario