Queda lejos el Santuario,
queda lejos Doñana,
quedan lejos los rosarios
de las rocieras mañanas.
En el recuerdo los caminos
con sus concurridas arenas,
las pisadas de peregrinos
sus alegrías y sus penas.
Llegan ya de vuelta
a su casa los Simpecados,
llegan ya de Vuelta
por sus bueyes tirados.
La Aldea en soledad
vuelve al día a día
y se hace Hermandad
con toda su armonía.
La Señora espera
en su casa las visitas
de gran devoción rociera
a la marisma bendita.
Texto Jara
Foto Jara
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