Siete años hace que el Cardenal Amigo Vallejo bendijera la
talla de Nuestra Señora del Rosario Doloroso, siete años de la Bendición de la
Madre del Cautivo.
Vivencias de aquella persona que un día buscando a alguien
se encontró con esos ojos verdes que cautivan.
Vivencias de encuentros en la Capilla Sacramental de San
Ignacio de Loyola, vivencias de oración ante Ellos.
Vivencias de Lunes Santo, vivencias de estreno y de Estación
de Penitencia a la Santa Iglesia Catedral.
Vivencias de Manto Macareno en la primera vez que la Señora
pisó las Calles de la Ciudad.
Vivencias de Lunes Santo sin poder salir del templo,
vivencias de refugio en la Colegial del Salvador y de vuelta triunfal al Barrio
el Domingo de Resurrección.
Pero volvamos a las vivencias íntimas con Nuestra Madre a
esos encuentros en Soledad, con nuestros Sagrados Titulares, a esos momentos de
ruegos, de emoción y devoción que queda en la retina de cada persona.
Vivencias alegres, la llegada de nuevos hermanos y vivencias
no tan alegres a causa de enfermedades y por el ciclo de la vida pero siempre Ella
presente a nuestro lado.
Por último el recuerdo de las vivencias de aquellas personas
que ya acompañan a Nuestra Madre en los Balcones del Cielo, pues ellos con sus
vivencias también fuero partícipes de nuestras propias vivencias.
Siete años compartiendo nuestras vivencias, siete años de
devoción, siete años los que lleva ya a nuestro lado la Reina y Madre de San
Pablo. Nuestra Señora del Rosario Doloroso.
Texto Jara
Foto Jara
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