Suenan las campanas de la Catedral de Toledo, suenan las de
Santa Tomé, o el Convento de San Juan de los Reyes, las calles quedan vacías y
diversas fiestas por la solemnidad de todos los Santos se celebran en algunos
palacios de la Ciudad, fiestas que han empezado tras la en Ángelus y la
posterior misa del mediodía en la Catedral, ahora las campanas invitan al
recogimiento.
Llegada desde el día anterior María una hermosa joven es
invitada a bailar por Gonzalo en el baile tras la cena, baile que acabará antes
de que todas las campanas de Toledo suenen a Ánimas.
Durante el baile Gonzalo le pregunta a María que le ha
parecido Toledo, la muchacha jovial responde que le ha encantado, pero en su
juventud no entiendo la razón por la cual el baile y le fiesta debe terminar
antes del tañido triste de las campanas.
Gonzalo le respondió que era por la llegada de las noches de
ánimas que precedía al día de los fieles difuntos, que se hacía por respeto y
le invito a que le acompañara a su biblioteca junto con las personas que con
ella habían llegado de Madrid.
Fue comentando el joven que Toledo hasta no hacía muchos
años había tenido el más terrible de los tribunales de la Santa Inquisición, el
Alcázar , en él se había encarcelado, torturado y asesinado a gente inocente, las
almas de esas personas , esas personas lloraban los días anteriores al de los
fieles difuntos y la noche de ánimas, procesionaban tras una cruz , con una
hilera de luces y vestidos de blanco puro, bajando desde el Alcazar, pasando por el Zocodover, buscando
la Catedral, la Antigua Judería de la Ciudad, Santo Tomé y San Juan de los
Reyes, pidiendo justicia para sus almas, hay quien se rió de ello, salió al
encuentro y asustado quedó.
Tras oír esto uno de los gallardos jóvenes llegados desde la
Capital de España, dijo que el no temía a nada y que esperaría al cortejo para
demostrar la inexistencia del mismo.
Bajó a la Calle, el frío de noviembre en Toledo era mucho
por lo que cogió de su petaca y empezó a beber, la petaca se acabo y al no ver
nada le entró sueño, quedó atrapado en un profundo sueño, hasta que oyó una
campanilla, unas oraciones, y un río de luces lo inundó todo, quiso despertar
de aquella pesadilla más no pudo, bajo su espanto lo vio pasar todo, mientras
lloraba y gimoteaba. Subió lo más rápido posible a su Alcoba y allí se tapo con
todo lo que tenía a mano.
A la mañana siguiente, siendo preguntado, no dio respuesta
alguna pero se puso a llorar, dando a entender el miedo sentido.
Al fondo el alcázar, llovía ese día de fieles difuntos en
Toledo, lluvia que era lágrimas de los que allí injustamente quedaron.
Texto Jara
Foto Jara
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