lunes, 2 de noviembre de 2015

Los llantos del Álcazar, leyenda Toledana


Suenan las campanas de la Catedral de Toledo, suenan las de Santa Tomé, o el Convento de San Juan de los Reyes, las calles quedan vacías y diversas fiestas por la solemnidad de todos los Santos se celebran en algunos palacios de la Ciudad, fiestas que han empezado tras la en Ángelus y la posterior misa del mediodía en la Catedral, ahora las campanas invitan al recogimiento.

Llegada desde el día anterior María una hermosa joven es invitada a bailar por Gonzalo en el baile tras la cena, baile que acabará antes de que todas las campanas de Toledo suenen a Ánimas.

Durante el baile Gonzalo le pregunta a María que le ha parecido Toledo, la muchacha jovial responde que le ha encantado, pero en su juventud no entiendo la razón por la cual el baile y le fiesta debe terminar antes del tañido triste de las campanas.

Gonzalo le respondió que era por la llegada de las noches de ánimas que precedía al día de los fieles difuntos, que se hacía por respeto y le invito a que le acompañara a su biblioteca junto con las personas que con ella habían llegado de Madrid.

Fue comentando el joven que Toledo hasta no hacía muchos años había tenido el más terrible de los tribunales de la Santa Inquisición, el Alcázar , en él se había encarcelado, torturado y asesinado a gente inocente, las almas de esas personas , esas personas lloraban los días anteriores al de los fieles difuntos y la noche de ánimas, procesionaban tras una cruz , con una hilera de luces y vestidos de blanco puro, bajando desde  el Alcazar, pasando por el Zocodover, buscando la Catedral, la Antigua Judería de la Ciudad, Santo Tomé y San Juan de los Reyes, pidiendo justicia para sus almas, hay quien se rió de ello, salió al encuentro y asustado quedó.

Tras oír esto uno de los gallardos jóvenes llegados desde la Capital de España, dijo que el no temía a nada y que esperaría al cortejo para demostrar la inexistencia del mismo.

Bajó a la Calle, el frío de noviembre en Toledo era mucho por lo que cogió de su petaca y empezó a beber, la petaca se acabo y al no ver nada le entró sueño, quedó atrapado en un profundo sueño, hasta que oyó una campanilla, unas oraciones, y un río de luces lo inundó todo, quiso despertar de aquella pesadilla más no pudo, bajo su espanto lo vio pasar todo, mientras lloraba y gimoteaba. Subió lo más rápido posible a su Alcoba y allí se tapo con todo lo que tenía a mano.

A la mañana siguiente, siendo preguntado, no dio respuesta alguna pero se puso a llorar, dando a entender el miedo sentido.


Al fondo el alcázar, llovía ese día de fieles difuntos en Toledo, lluvia que era lágrimas de los que allí injustamente quedaron.



Texto Jara
Foto Jara

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