Vestida de bella Pastora
llegó la Virgen del Rocío
a su pueblo no dormío
aquella temprana hora.
Una capa la Virgen traía
para cubrirse de la arena
del Camino y la noche
amena
de fe y devoción vivía.
Llegaba ya al Chaparral
entre salvas de escopetas
y las sudadas camisetas
de quien la llevó por el arenal.
Y llegó con el amanecer
el momento de quitar el pañito
y se escucharon viva en los gritos
cuando el día empezó a romper.
El Chaparral se quedó pequeño
y la Virgen desfilaba en sus andas
por las calles engalanadas
del blanco caserío almonteño.
Texto Jara
Foto Jara
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