Llevo tu nombre esculpido en el pecho, junto a arraigada ancla que late en
mis adentros. Busco en la palabra, la certera estrofa que ciña a tu cintura
cuatro versos bordados sobre el terciopelo que acaricia tu hermosura morena.
Tal vez no existan esos versos anhelantes y únicamente suenen como dulce
melodía desde el atril de la belleza que prende en tu mirada. Junto a ti, soñar
no cuesta nada, porque eres fuente universal de inspiración y, sueño tan real,
que con nuestras manos cada día gozamos en acariciar.
Esbozada sobre el lienzo alfarero de Triana se recrea tu delicada hermosura
marinera. Serían esos eternos ángeles de la Cava quienes te acompañaron por las
celestes aguas hasta el Faro del Altozano. La Divina Providencia rescató almas
cautivas a la deriva y bautizó a la eterna Madre como Esperanza. No nacerá ese
día que el viejo Arrabal olvide tu nombre. Esas cuatro sílabas son la metáfora
de la vida y el paradigma de nuestra alegría.
Tus manos son un puente hacia el mismo Señor de las Tres Caídas, tus ojos
faros que nos guían, las lágrimas que recorren tus mejillas las profundas aguas
del mar de los deseos que tratamos de alcanzar a esta orilla. La perdurable
Madrugá de Sevilla nos hace sentir nazarenos envueltos en terciopelos y blancuras,
desde que el primer destello del amanecer reposa embebido sobre la espadaña de
la Casa de Señá Santa Ana, y hasta que la tarde dilata sus pupilas para dormir
en el ocaso del anochecer cartujano.
Ardua tarea me encomiendan quienes piden de mi torpeza las líneas derechas
que definan sentimientos de años. La nostalgia envuelve en mi alma cada
instante vivido. La amarga hiel de los sinsabores encontrados es dulce trago
bebido del cáliz de tu refugio, las hirientes espinas que me atravesaron
pórtico de las rosas que muestras en mi camino. Quiero rescatar de la memoria a
quienes vivieron conmigo esta misma historia y cuyos vacíos como puñales
atraviesan mi pecho en el preciso instante que la cofradía cruza el Puente cada
mañana de Viernes Santo. Cuando el dolor ahonda y la desdicha me embarga,
descubro bajo tu palio, que no murieron mis viejos amigos, tan sólo cerraron
sus ojos al Barrio para seguir soñando arrorró contigo. Mis dos pequeñas niñas
tomaron el testigo de su padre para ser nazarenas del Señor Caído, sin perder
nunca la estela de la Esperanza que vela por sus sueños y mejor que nadie cuida
de sus vidas. Hace poco que Myriam y Sara tomaron los remos. Nuestros seres
queridos en la memoria navegan sobre las aguas del Puerto Prometido. Los designios
de los hijos de la Esperanza convergen en continuos alfas y omegas, dando
sentido al inquebrantable amor transmitido de generación en generación bajo el
lema de la inherente ancla que nos une y fortalece.
Nuestra existencia es efímera pasajera apostada sobre los leños de la
perdurable nave devocional que encuentra ante tu presencia consuelo. La
esperanza es una puerta siempre abierta, el último resquicio al que aferrarnos.
Es una de las tres virtudes que Dios infunde en nuestras almas y que sin lugar
a dudas se articula junto a las otras dos: fe y caridad, el amor a Dios y al
hombre. Intercedidos por Ella, alcanzamos la misericordia de Dios, saciamos
nuestras propias necesidades espirituales y las materiales de nuestros hermanos
desfavorecidos. La Imagen de la Señora que mora en la Capilla de los Marineros,
trasciende la certera virtud teologal que irradia su nombre a la poblada
belleza que brotó de la madera.
Jordi es Hermano de la Esperanza de Triana,sus escritos a las distintas imágenes son hermosos dignos de elogiar.Elogios que compartirán con la labor que realiza la Fundación Fundacec ,que se encarga de hacer más llevadera,dentro de la dureza,la vida de los enfermos con cuidados paliativos.Vaya tambein por ellos la dedicatoria.
La foto es obra de Antonio Barrera Repullo al que agradezco la cesión de esta Bella imagen de la Esperanza Marinera Celestial.Ella siempre nos da la mano cuando la necesitamos
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