Existía en la Sevilla del XVII una calle con varias
tabernas,si bien todos estaban en un gremio,como era lógico en aquella España
,eran las luchas fratricidas y subterráneas
que había entre ellos.
Sucedió que el más rabúo y malaje del gremio quería quedarse
solo en aquella calle,ya que según él era el tabernero más antiguo y debía
tener sus privilegios.
Nada más lejos de la realidad había taberneros más antiguos
en aquella Calle pero habían dejado el negocio a sus hijos o aprendices,si bien
es cierto que ellos seguían pendientes y las tabernas seguían estando bajo su
propiedad y llevando sus nombres.
Pero la ocasión le vino que ni pintada a Nicasio Larragán
que así se llamaba nuestro protagonista,aprovechó todas las oportunidades para
eliminar la competencia ya usando tahúres,ladronzuelos o untando a la justa con sobornos que hacían que la misma entrando
en las tabernas en ronda de siete cerrara los locales.
Pero había un posadero que aguantaba todas las envestidas de
Larragán ,en esa misma calle abrío una taberna un hostelero honrado que los
miércoles daba de comer a los mendigos que se encontraban cerca de la Casa
Grande de la Merced Calzada,así mismo era muy devoto del Santísimo Cristo de la
Expiración y veneraba también al Señor de Pasión,pero su devoción particular
era el Crucificado,si bien es cierto que este buen hombre llamado Guzmán de
Loreto atendía las peticiones que le llegaban desde las dos hermandades y
normalmente era quien realizaba las
comidas de confraternización.
Sucedió que Larragán molesto y echando humos decidió acabar con la competencia y contrato
a unos antiguos soldados que andaban de matachines,estos soldados decidieron
reventar un acto y que en la taberna de Guzmán hubiera una reyerta que acabara
con sangre así ,así lo hicieron un domingo hubo un par de muertes y la posada
de Guzmán la cerraron,no importaba en aquella España envenenar a la gente y que
muriera por tomar vino adulterado,pero si echaban el cierre a aquellos
establecimientos en los que había una muerte, aunque el Hostelero no tuviera la
culpa.
Sucedió así Loreto cerró su taberna y arruinado tuvo que
pedir caridad en la Casa Grande,sus Cristos le
llamaron y se hizo allí sacerdote.
Años más tarde una epidemia de peste asoló la Ciudad y uno
de los enfermos que llevaron al Convento para ser atendido fue Larragán,muy
enfermo y a punto de morir contó que se había lucrado a costa de hundir a sus
competidores,que el dinero lo había sido todo para él,pero que aquellas fiebres
le hacían arrepentirse de todo el daño causado de lo que más se arrepentía era
de lo que le había hecho a Loreto.Decidió Larragán entonces en su ultimo voluntad
y con Loreto como cofesor,donar su huerta cercana a la puerta real y su taberna
para que allí se construyera un comedor que diera de comer a los necesitados y
así se hizo.
En cuanto pasó la epidemia el Padre Loreto se puso en Marcha
para cumplir la última voluntad del tabernero arrepentido y creó junto con las
Hermandades un comedor donde ibán aquellos que pedían limosna a la puerta del
convento.
Al igual que la historia,cuaresma es tiempo para pedir
perdón y para perdonar,y más que nunca en tiempos de necesidad los valores son
una buena solución para ayudar al necesitado.
Texto Jara
Foto Jara
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