Estaba recién ordenado sacerdote y su primer destino era un
pequeño pueblo , donde habitaba un sacerdote ya mayor que casi no podía oficiar
la Santa Misa.
Era mitad de los años cuarenta y la penuria y el hambre se
apoderaban de todo, le enviaban a la Aldea ya a finales de mes de noviembre y
su primera misa sería la que abría el Periodo de Adviento.
Cogió el primer tren desde la Capital hasta la estación más
cercana al pequeño pueblo, si bien la estación estaba distante su lugar de
destino unos cuantos kilómetros, bien es cierto que al llegar se encontró con
un vecino de aquella localidad que se dedicaba a recoger a los pasajeros y las
mercancías que iban hacia la pequeña Villa.
Llegó entonces a la localidad y empezó desde el mismo lunes
a preparar la misa del domingo, se entrevistó con el sacerdote que se quedaría
ya allí hasta el final de sus días y este hombre le explicó como era el pueblo.
Por lo visto el pueblo rezumaba tristeza desde mucho tiempo
atrás y la guerra , si bien es cierto que al ser un pueblecito escondido entre
montañas, no había causado muchos estragos entre los ciudadanos, más bien las
penas llegaban por los que se fueron al frente y no volvieron y por las
noticias que llegaban en las cartas una vez por semana.
Una vez oído esto se puso a pasear por el pueblo, los niños
apenas jugaban en la plaza y las personas mayores no tenían sitio para el
esparcimiento.
Entonces dejó de mano la homilía y se preparó al fondo tuvo
una idea, de nada le serviría explicar que en el tiempo de adviento se preparaban para la llegada del
Señor y que había que ser mejores personas.
El miércoles vio a unas señoras haciendo chalecos,bufandas y
a otras lavando en el lavadero, decidió entonces que aquellas mujeres que
apenas tenían para leña realizarán sus trabajos en la casa parroquial, así
mismo aprovechando la Catequesis reunió a los chiquillos y esa tarde cambió la
charla por una sesión de juegos que ellos mismos creaban, así mismo invitó al
maestro para que los niños hicieran todo tipo de manualidades y juguetes para
que llegado el día de reyes a ningún chiquillo le faltara nada.
Se creo una gran unión, el domingo si pudo explicar que era
el Adviento y no tuvo problemas porque el ya lo había llevado con su forma de
ser y con sus acciones.
Tras la homilía cada persona del pueblo empezó el adviento
teniendo una misión, ser mejor con los demás, y a cada misión le acompañaba una
gran acción por lo que aquellas fueron las mejores navidades en aquel pueblo,
ya que poca era la gente que estaba triste, y la felicidad iluminaba las calles
de arena de aquel pueblo.
Tiempo de Adviento, tiempo de Espera y tiempo para ser mejor
personas, podemos hacer muchas cosas para hacer el mundo un poquito mejor, no
hace falta para ello dinero ni hacer grandes cosas, un pequeño gesto que ponga
la sonrisa en una persona necesitada ya es un gran acto para esta época en la
que nos preparamos para la llegada de Jesús.
Texto Jara
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