Llegó el frio, y con él, las noches largas, las que
empiezan cuando uno apenas tiene reposada la comida y que acaban cuando uno ya
casi ni siente el sabor del desayuno en la boca. Llegó diciembre, y con él, los
puestos navideños vuelven a salpicar las plazas, los niños corretean, felices,
por la pronta llegada de unos Magos, que vendrán a traer regalos y que vendrán
a traernos el Poder de Su presencia. Llegó diciembre, y con él, llegas tú,
Esperanza.
Cada año es la misma historia, pero ¡qué historia
Madre!, cuando asoma el doce en el calendario empiezo a verte la cara inquieta,
han cambiado tus galas más sombrías y a ti llega la luz. Todo es luz, todo es
radiante. Pero te noto impaciente. No basta esa luz para mostrar lo que quieres
mostrarnos, hace falta más. Por eso, nos dispones a que lo tengamos todo listo,
a que preparemos tu palacio, pues el mundo, por desgracia, vuelve a necesitar
de ti, Esperanza.
Y entonces sucede, como el niño que espera pero no
sabe dónde estarán sus regalos, así te encuentro yo, sorprendido de volver a
tenerte con nosotros. Y el habla se me para, y no soy capaz de articular
palabra. Pero es que, créeme lector, que tampoco soy capaz de expresarte lo que
siento escribiendo. De expresar ese cosquilleo que me sorprende en la boca del
estómago, ese asomarse al precipicio que encuentro en Tu mirada, esa palabra no
dicha en tu boca que me habla. Esa presencia rotunda en tu mano postrada y que
me obliga a pensar que en ella está todo, que es la mano que nos recoge a
todos.
Y no quisiera apartarme, y disfruto al verte rodeada
de la presencia bendita de los tuyos. Ilusión y templanza en los jóvenes fieles
de las legiones que componen el ejército de la Esperanza. Emoción contenida en
las caras de los veteranos que un día fueron integrantes de la primera línea de
esas legiones. Y yo, que no consigo deshacer este nudo que sigue impidiéndome
decirte lo que siento.
Quisiera decirte mil cosas y no puedo. Quisiera
contarte, Madre, que ella reza en silencio cada noche confiando en tu amparo,
confiando que no la abandones y que le regales una vez más lo que tu nombre
derrama. Quisiera decirte que él no deja de pedirte por los suyos, los que
están y los que ya partieron contigo. Que hoy llega a ti otro que su vida tiene
sentido por Ti, gracias a Ti, que pocas cosas tiene más claras que tu eres su
guía. Que hay otros que posan sus ojos en los tuyos y de ahí a tu mano, para
pedirte porque protejas a aquella que acaba de llegar. Que no falta aquel que
propaga tu mensaje hallen de las fronteras de tu patria, de su patria. Que,
aunque ya lo sabes, los hay que llegan en el último tren, para no perder el
gozo de besar tu mano. Y aquel que acude con la que recién se convierte en su
fiel compañera. Tampoco falta el que acumula toda su fe en ti, que piensa en ti
hasta debajo de tu Hijo. Ni, por supuesto faltan tus hijos, aquellos que son
como hermanos y que bajan del norte para verte. Y se escaparán un ratito, para
estar a tu lado, aquellos que, como Tú, lo dejaron todo por aquellos a quienes
deben proteger y enseñar. Y no falta el que te reza todo el año desde el campo
rodeado de niños. Ni aquel que sueña con que la Esperanza le acerque a su tren.
Ni un sinfín más que acuden a ti.
Y yo, Madre, que sigo sin poderme quitarme este
nudo, no soy capaz de decirte nada. Pero, todo empieza a tener sentido, a mi no
me hace falta decirte nada, pedirte nada. Basta con mirarte, con saber que el
año que viene estarás aquí y me basta con girarme y verles a ellos y saber que
estarán aquí. Me basta con saber que por dos mil años más que pasen, tu
seguirás viniendo y seguirás siendo la que sustente al mundo, gracias a Su
Poder, gracias a tu Esperanza. Trae, Madre, déjame que vuelva anillarte la mano
con mis besos, préstame tu mirada una vez más, solo he de pedirte una cosa más.
Protégelos, ampáralos, se siempre Nuestra Esperanza. Esperanza Nuestra.
Jose Laguna Elzaurdia es Hermano de la Hermandad del Gran Poder y la Esperanza Macarena de Madrid, es una de esas maravillosas personas que hace dos años me acogieron como uno más de su familia cuando el Via Crucis de las JMJ en Madrid, desde aquúi agradezco su desinteresada colaboración y envío un fuerte abrazo a ese gran familia que forma la Juventud de la Hermandad del Gran Poder y la Esperanza Macarena de Madrid
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