El reloj
marcaba las 6,30 era una hermosa y luminosa tarde de primavera, en la plaza
había empezaba a florecer los geranios y los claveles dándole color, los
naranjos también se vestían de primavera ya que el azahar en sus copas empezaba
a brotar.
Solía acudir
muchas tardes a aquella plaza, los pequeñines jugaban corriendo detrás de una
pelota, las madres los observaban en la plaza, más allá en otro banco unos ancianos tenían una amena charla.
De repente
cruzó la plaza una chica, iba dirección a la Iglesia y en ella entró, no era el primer día que
la veía pasar , se podía decir que acudía allí porque una vez la vio pasar y se
quedó prendado de su belleza, acudía siempre normalmente pasaba antes de las
siete de la tarde, unos días salía del templo más temprano y otro más tarde.
Nunca le
había llamado la atención la
Iglesia y lo que en ella hubiera, pero tras el primer
encuentro con aquella chica tenía muchas ganas de poder pasar y observar que
labor era la que allí realizaba, quiso seguirla pero no se atrevió la timidez
podía con él.
Aquella
noche decidió armarse de valor, casi no pudo dormir pensando en el día
siguiente y pensando en ella, lo poco que durmió soñó con ella, pero al día
siguiente una tormenta y un aguacero hizo que no pudiera disfrutar del mejor
momento del día, aún así decidió ir a
aquella plaza y tomarse un café en uno de los bares, la hora se acercaba y ella
entró en la Iglesia
tras cerrar su paraguas. Pasó por la plaza y vio como gran parte del azahar
había caído, era una pena, con todo el valor entró en la Iglesia hacía mucho que no
entraba en un templo, y lo que vio le dejó maravillado, pero más maravillado le
dejó ver como aquella hermosa joven tras rezar se dirigió a una capilla.
Vio como la
hermosa joven se acercaba a la capilla y se ponía a rezar ante las imágenes que
allí se encontraban, tras el rezo abrió una pequeña puerta y sacó de ella
material de la limpieza, con mucho mimo empezó a limpiar el suelo y con un
trapito retiraba el polvo acumulado durante la jornada. Entonces decidió
acercarse a ella y preguntarle la historia del lugar, ella le comento que era
una tradición familiar cuidar de aquella capilla dentro del templo, que
normalmente iba su madre y los fines de semana su padre, pero que su madre
había caído enferma y que estando allí tras cuidarla durante la tarde, iba allí
a rezar ya desahogarse un poquito, pero
le daba pena que aquellas imágenes a las que tan devota era su familia, y que
en tiempos no muy lejanos habían formado parte de una hermandad, de la cual uno
de sus abuelos había sido hermano mayor, estuvieran ahora en un inmenso olvido,
su familia intentaba cuidar aquello pero por ejemplo no había dinero para
flores, y mucho de los enseres de la Hermandad habían sido vendidos, lo poquito que
quedaba de otra época mejor estaba allí.
Sintió pues
el joven piedad, por la historia de la familia de la chica y salió del templo,
apenado sin saber en que podía ayudarla, aquella noche volvió a soñar con ella
y soñó con las imágenes a las que veneraba ella y soñó que estaba en una
procesión con aquellas imágenes rodeadas de una inmensa devoción. Los pasos
caminaban por las calles con los naranjos llenos de flores de azahar que
perfumaban la noche de primavera en la que la Hermandad realizaba la
estación de penitencia.
Y en ese
sueño vio la solución, al azahar de los naranjos que empezaba a brotar, los
geranios que veía en la plaza, si aquello lo tenía al alcance de la mano, era
fácil darle la ilusión a una persona que la necesitaba y entonces decidió dar
el paso, aquella tarde al ver pasar a la joven le invitó a tomar un café y a
charlar y le dijo como poner más hermosa la capilla sin necesidad de gastar
dinero alguna. En el corral de su casa había numerosas macetas que su madre
cuidaba y su padre tenía cerca del río un amplio huerto, en el que había muchos
naranjos, de algunos de ellos su madre hacía unos pequeños ramos para una
pequeña imagen que había en su casa.
El domingo
llegó y tras la misa fueron a por los que deberían ser los ornamentos de aquellas imágenes, la
madre del joven al oír la historia ayudó en todo lo que pudo, preparó las
macetas e hizo los ramos con el azahar.El domingo por la tarde se dirigieron al
templo y allí adornaron la capilla, con las flores, todo estaba quedando
precioso y dejaron la capilla hermosamente adornada.
Al abrir el
templo el lunes por la tarde las personas que allí fueron se quedaron
maravilladas al contemplar la bella imagen de la capilla, pero sobre todo
quedaron embriagados por el olor del azahar, muchos preguntaron cuanto habían
necesitado para poner la capilla, así de bonita a lo que la joven respondió que
un poco de voluntad y mucho cariño.
La noticia
se difundió y en los días siguientes muchas personas se reunieron para aportar
su granito de arena para cuidar del lugar, unos limpiaban, otros engalanaban la
capilla y otros se encargaban de cuidar las imágenes y crearles con sus propias
manos un nuevo patrimonio.
Entonces la
joven se acercó al chico que le había ayudado a recuperar aquella capilla para
el pueblo y allí le pidió que le ayudara a cuidar de la Capilla y de los titulares
de la hermandad, él aceptó.
Tarde de
primavera luminosa, los niños corretean en la plaza, las madres los miran, dos
ancianos entran con su pequeña nieta en la Iglesia y le llevan a una capilla, en ella están
los titulares de la
Hermandad que ellos refundaron con mucho cariño, su historia
va unida a aquellos Titulares, la pequeña entonces se queda impresionada por el
fragante olor que hay en unos ramos puestos en unos jarrones a los pies de la Virgen, el azahar vuelve a
embriagar la capilla como cada primavera.
Texto Jara
Foto Jara
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