En la época de Contrarreforma
contra Lutero había en Sevilla herejes que seguían las doctrinas de este
último.
Sucedió que uno
de ellos participó en una eucaristía en la Iglesia de San Juan Bautista,
popularmente conocida por San Juan de la
Palma, puesto que tenía un cementerio con una Palma, al salir de la eucaristía
el hereje profesó blasfemias contra la Virginidad de María.
Parecía que no
había nadie, pero alguien le delató ante la Inquisición y fue llamado para declarar, allí negó los hechos, por lo que los
miembros del Santo Oficio fueron a buscar al testigo para corroborar lo
sucedido. Fueron al domicilio del testigo, que era un anciano, mayúscula fue la
sorpresa al ver que allí solamente vivía un joven que indicó que la persona que
había acusado al hereje era su abuelo, que había fallecido años atrás.
Tras saber esta
noticia , el hereje confesó que había profanado lugar Santo lanzando blasfemias,
por lo que fue condenado.
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