Canto de los
vencejos,
Viernes Santo al
amanecer,
los recuerdos son
añejos
al paso del Gran
Poder.
El Señor de
Sevilla
a su Casa va
regresando
con su forma de
andar sencilla,
ese caminar
racheando.
Todo en silencio,
el momento,
la magia del
lugar,
el profundo
sentimiento
que se puede
contemplar.
Una Candelería
encendida,
espera tras una
ventana
al Dios de la
Vida,
en la Madrugá
sevillana.
El Padre Nuestro
rezado
en su misma
presencia,
Dios ha llenado
todo con su
esencia.
Texto e imagen ; JanRoc
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