jueves, 18 de diciembre de 2025

Sentimientos de Esperanza. El Poder de la Esperanza

 


Lejana queda ya aquella tarde de Viernes Santo de 1991. Fue el primer encuentro con Ella, un primer encuentro de Esperanza. Había terminado la Estación de Penitencia y no sé cómo se las ingenió mi abuela para poder entrar en la Capilla de los Marineros. Era un mundo nuevo, algo increíble. La Capilla en soledad, poder pasear por ella, ver con toda tranquilidad los pasos, aunque era un chiquillo, había una historia detrás. Mi abuela quería rezar a la Virgen por lo que sucedía, para encontrar un consuelo. Una cuñada suya estaba en fase terminal por un tumor cerebral. Mi abuela pidió tanto a mi hermana como a mí que rezáramos a la Virgen, que Ella lo solucionaría todo. Así se hizo y a los pocos días fallecería. Así fue la primera vez que vi a la Esperanza.

Por desgracia, una tarde de Julio, treinta y un años después tuvo que acudir a la Capilla de los Marineros. Un sobrino de 17 años, hijo de una prima hermana, había fallecido a causa de las heridas producidas en un accidente de tráfico, no tenía que haber ido en ese coche pero el destino quiso que el conductor tuviera una  riña con su hermano y lo dejara en tierra llevando a mi sobrino. Fue un primo hermano el que me pidió que estuviera yo sereno porque las horas del duelo se estaban haciendo muy duras al ser visitada la sala del tanatorio por cientos de jóvenes que conocían al fallecido. Se me ocurrió entonces ir a la Calle Pureza y pedir a la Virgen que me diera la fortaleza para ayudar en lo posible y así lo hizo. Aunque poco antes de la despedida definitiva me viniera abajo, Ella me levantó e hizo que pudiera aguantar esos difíciles momentos con la máxima serenidad posible.

A la Capilla de los Marineros acudí este año, un día de Febrero al enterarme que el cáncer había reaparecido en una prima hermana y que la situación ya era terminal. Necesité a la Esperanza ese día y allí estaba, no podía creer aquello, pero tenía que ir haciéndome a la idea, por desgracia mi prima falleció.

Sé que es historia dolorosa la que cuento, la vida misma, porque muchas personas que leerán este escrito habrán sufrido pérdidas por esa maldita enfermedad llamada cáncer.

Pero tras cada caída siempre está la Esperanza, está cuando alguien una tarde que estás hecho un mar de lágrimas te coge y te dice que no te vas a caer porque ha pasado lo mismo. Gracias por estar.

Está en las amistades, en las sonrisas, en los buenos momentos, en la vida misma, en las personas que llegan, ese es su Poder.

Y está sobre todo en esas cosas que suceden y que no esperas. Durante algo tan inmenso como la Misión de la Esperanza tuve la oportunidad de poder portar a la Reina de Triana en el penúltimo relevo, Calles Betis y Pureza,  antes de su Vuelta a la Capilla de los Marineros. Regalo que hizo la Señora tras su paso por el Polígono Sur y por el Hospital Virgen del Rocío. Suspiro en el tiempo para poder rezar y dar gracias, porque un descendiente de una familia que tuvo que abandonar, como otras muchas, Triana, podía portar la devoción de esa gente que tuvo que ir  habitar el Polígono Sur, Amate o crear el Polígono de San Pablo. Devoción que pasa generación a generación y que es el más hermoso regalo del Poder de la Esperanza.

Un beso al Cielo. Siempre la Esperanza.


Texto e Imagen; JanRoc

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