Se sintió la
despedida
aquella noche
cuaresmal,
de repente cambió
la vida
de una forma
radical.
Iba despacio
andando
de vuelta a su
hogar,
con la cruz
caminando
con su hermoso
pisar.
Testigo fue el
convento
de la Virgen del
Vado,
que vivió aquel
momento
con un suspiro
entregado.
Ganó terreno la
oscuridad
y la Gran
tragedia comenzó,
sobre toda la
humanidad
la pandemia se
extendió.
Larga se hace la
espera
en el recuerdo
los fallecidos,
que cuando vuelva nuestra primavera
tengan el
homenaje merecido.
Texto/Foto; JanRoc
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