Último domingo cuaresmal
en la hermosa Sevilla,
el ambiente primaveral
ya casi se respira.
Los cultos multitudinarios,
los besapiés y besamanos,
perfuman los incensarios,
a los templos sevillanos.
Lejos de aglomeraciones
hay un tesoro escondido
que recibe oraciones
con devoción y sentido.
En un céntrico lugar,
con una hermosa fuente,
se puede disfrutar
de una estampa imponente.
Plaza con su convento
jardines y flores,
en el convento sentimiento
de los grandes escultores.
Entre tanta obra magistral,
una es la misma perfección,
ese crucificado colosal,
que llama a la oración.
Sus ojos están abiertos,
de Misericordia llenos,
ha revivido, cierto,
ese rostro sereno.
Hermoso es el momento
de poderlo contemplar,
bello es el recogimiento,
que s puede disfrutar.
De la Misericordia llamado,
tan hermoso crucificado,
por Juan de Mesa tallado,
para la devoción creado.
Al salir del Convento,
un remanso de tranquilidad,
un reposado sentimiento,
de amor y de bondad.
Foto María del Pilar Pérez Gómez.
Texto Jara
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