Con ternura se quedó dormido,
al cobijo de su Madre amada
que con dulzura lo miraba
sabiendo cual sería su destino.
Al lado de Arco en las Murallas,
en la hermosa basílica Macarena
Rosario no llora ni siente la pena
de llorar tras el hijo en la Madrugada.
Ella lo mima y cuida con suavidad
para que el niño recién nacido
cumpla el designio prometido
de salvar con su obra a la humanidad.
Texto Jara
Foto Jara
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