miércoles, 12 de diciembre de 2012

Sentimientos de Esperanza. Ntra. Señora de la Esperanza de Triana.Por Jordi Rodríguez Morilla.




Llevo tu nombre esculpido en el pecho, junto a arraigada ancla que late en mis adentros. Busco en la palabra, la certera estrofa que ciña a tu cintura cuatro versos bordados sobre el terciopelo que acaricia tu hermosura morena. Tal vez no existan esos versos anhelantes y únicamente suenen como dulce melodía desde el atril de la belleza que prende en tu mirada. Junto a ti, soñar no cuesta nada, porque eres fuente universal de inspiración y, sueño tan real, que con nuestras manos cada día gozamos en acariciar.
Esbozada sobre el lienzo alfarero de Triana se recrea tu delicada hermosura marinera. Serían esos eternos ángeles de la Cava quienes te acompañaron por las celestes aguas hasta el Faro del Altozano. La Divina Providencia rescató almas cautivas a la deriva y bautizó a la eterna Madre como Esperanza. No nacerá ese día que el viejo Arrabal olvide tu nombre. Esas cuatro sílabas son la metáfora de la vida y el paradigma de nuestra alegría.
Tus manos son un puente hacia el mismo Señor de las Tres Caídas, tus ojos faros que nos guían, las lágrimas que recorren tus mejillas las profundas aguas del mar de los deseos que tratamos de alcanzar a esta orilla. La perdurable Madrugá de Sevilla nos hace sentir nazarenos envueltos en terciopelos y blancuras, desde que el primer destello del amanecer reposa embebido sobre la espadaña de la Casa de Señá Santa Ana, y hasta que la tarde dilata sus pupilas para dormir en el ocaso del anochecer cartujano.
Ardua tarea me encomiendan quienes piden de mi torpeza las líneas derechas que definan sentimientos de años. La nostalgia envuelve en mi alma cada instante vivido. La amarga hiel de los sinsabores encontrados es dulce trago bebido del cáliz de tu refugio, las hirientes espinas que me atravesaron pórtico de las rosas que muestras en mi camino. Quiero rescatar de la memoria a quienes vivieron conmigo esta misma historia y cuyos vacíos como puñales atraviesan mi pecho en el preciso instante que la cofradía cruza el Puente cada mañana de Viernes Santo. Cuando el dolor ahonda y la desdicha me embarga, descubro bajo tu palio, que no murieron mis viejos amigos, tan sólo cerraron sus ojos al Barrio para seguir soñando arrorró contigo. Mis dos pequeñas niñas tomaron el testigo de su padre para ser nazarenas del Señor Caído, sin perder nunca la estela de la Esperanza que vela por sus sueños y mejor que nadie cuida de sus vidas. Hace poco que Myriam y Sara tomaron los remos. Nuestros seres queridos en la memoria navegan sobre las aguas del Puerto Prometido. Los designios de los hijos de la Esperanza convergen en continuos alfas y omegas, dando sentido al inquebrantable amor transmitido de generación en generación bajo el lema de la inherente ancla que nos une y fortalece.
Nuestra existencia es efímera pasajera apostada sobre los leños de la perdurable nave devocional que encuentra ante tu presencia consuelo. La esperanza es una puerta siempre abierta, el último resquicio al que aferrarnos. Es una de las tres virtudes que Dios infunde en nuestras almas y que sin lugar a dudas se articula junto a las otras dos: fe y caridad, el amor a Dios y al hombre. Intercedidos por Ella, alcanzamos la misericordia de Dios, saciamos nuestras propias necesidades espirituales y las materiales de nuestros hermanos desfavorecidos. La Imagen de la Señora que mora en la Capilla de los Marineros, trasciende la certera virtud teologal que irradia su nombre a la poblada belleza que brotó de la madera.

Jordi es Hermano de la Esperanza de Triana,sus escritos a las distintas imágenes son hermosos dignos de elogiar.Elogios que compartirán  con la labor que realiza la Fundación Fundacec ,que se encarga de hacer más llevadera,dentro de la dureza,la vida de los enfermos con cuidados paliativos.Vaya tambein por ellos la dedicatoria.
La foto es obra de Antonio Barrera Repullo al que agradezco la cesión de esta Bella imagen de la Esperanza Marinera Celestial.Ella siempre nos da la mano cuando la necesitamos

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