viernes, 12 de agosto de 2011

La Virgen de los Milagros,Cristóbal Colón y el Beato Juan Pablo II


Comenzamos las entradas dedicadas a María con motivo de la festividad de la Asunción,pocas imágenes han tenido la suerte de ser recuperada de un Río,pocas han tenido la suerte de que les rece el Almirante Cristóbal Colón y solamente esta imagen en España ha tenido el honor de ser coronada por un Papa.
La joya que alberga el Monasterio de la Rábida es una imagen de las denominadas de Alabastro pues está tallada en Piedra,pero el paso de los siglos ha hecho que varios de los más ilustres viajeros de la Historia se hayan postrado ante sus plantas para rezarle,así mismo traemos a esta entrada de blog una foto personal del sillón desde el cual el anterior Pontífice,hoy beato, dirigió la eucaristía de coronación de la Patrona de Palos de la Frontera.




Oración de Juan Pablo II a la Virgen de los Milagros en el momento de ser coronada

Dios te salve, Madre y Señora Nuestra de los Milagros,
Santa María de la Rábida.
Peregrino por tierras andaluzas,
donde se siente por doquier tu presencia y se oye tu nombre,
he venido a los Lugares Colombinos, que, de modo privilegiado,
evocan los recuerdos, siempre vivos,
del V Centenario de la Evangelización de América.
Ante tu imagen oró Cristóbal Colón
y de ti recibió fortaleza y amparo para su intrépido proyecto,
que la reina Isabel la Católica puso al servicio de la fe.
Estrella de los mares y Madre de los marineros.
Tus hijos palermos llevaban impresa en sus ojos y en su corazón
tu imagen de bondad y dulzura cuando, aquel 3 de agosto de 1492,
guiados por el Almirante y por los hermanos Pinzón,
sostenidos por el cariño y la oración de sus esposas e hijos,
zarparon del puerto de Palos hacia la singular aventura
del encuentro de dos mundos,
que abrió nuevos caminos al Evangelio.
Tu nombre, “ Santa María ”, era el de la nao capitana.
Y con ese nombre en sus labios y en sus corazones,
una pléyade de misioneros llevaron la Buena Nueva de salvación
a los nuevos pueblos de América.
Tu imagen, Virgen María,
ha hecho presente, a través de los siglos, tu amor maternal
para todos los hijos de esta tierra,
en sus faenas de mar y en sus labores agrícolas,
en los momentos de angustia, y en los gozos y alegrías.
Por eso, por voluntad de mi predecesor Pablo VI,
fuiste declarada celestial Patrona de la ciudad de Palos,
y eres aclamada como Reina por estos hijos tuyos,
que sienten en sus vidas tu amorosa intercesión.
A ti, humilde Madre del Señor,
la Trinidad gloriosa te coronó en el cielo.
Y hoy, como signo de filial devoción,
colocamos en tu imagen y en la de tu Hijo Jesús
la corona de amor y de fe de este pueblo que te venera.
Santa María, Estrella de la Evangelización,
Madre de España y de América.
Ante ti se renueva la memoria, cinco veces centenaria,
del anuncio de Cristo a los pueblos del Nuevo Mundo.
Rodean a tu imagen los emblemas de tantas Naciones
hermanadas por la misma fe católica y la misma lengua hispana.
Tras peregrinar por las queridas tierras de América,
y haber visto por doquier tu presencia maternal,
vengo ahora a darte gracias, Virgen Santísima,
por los cinco siglos de acción evangelizadora en el Nuevo Mundo.
Te encomiendo a todas las Naciones hermanas de América,
para que se abran más y más a la Buena Nueva que libera y salva.
Madre de Dios y Madre nuestra,
bendice a la comunidad de franciscanos, que te venera.
Protege a las familias, a los niños y jóvenes, a los ancianos,
a los pobres y enfermos, y a cuantos se acogen a tu protección.
Guíalos en el camino de la vida para que encuentren al Señor.
Dales luz y fuerza para que sigan sus huellas.
Sé para todos tus hijos de Palos
la Estrella que los conduzca a Jesús, Luz del mundo.
Abre su corazón a la solidaridad con los más necesitados.
Renueva en la Iglesia onubense y en toda España
la conciencia misionera, que llevó a una pléyade de sus hijos
a compartir la fe de sus mayores con los hermanos de ultramar.

Reina y Señora de los Milagros,
desde este histórico lugar de La Rábida,
cuna del Descubrimiento y Evangelización de América,
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre,
y ruega siempre por nosotros para que seamos dignos de alcanzar
y gozar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.


Fotos Jara


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