lunes, 1 de agosto de 2011

Aquella Placita


Volvió muchos años después a la ciudad,volvió a recorrer sus calles y comprobó que aunque los edificios cambiaran,el espíritu de aquella urbe su forma de ser seguían siendo la misma pasaran las generaciones que pasaran.
Aprovechó para dar una vuelta por la Plaza España y adentrarse en el Parque de María Luisa,el 29 y la gran obra que nos dejó Anibal González, allí se acercó al Museo Arqueológico,para contemplar la esencia de la ciudad que vio nacer a los dos más grandes emperadores romanos,recuerdos de una ciudad cercana y de una alameda por la que un día discurría a cielo abierto un manantial que terminaba en una fuente que servía para calmar la sed de transeúntes y de ganados,pero por allí siguió atrapado en sus sueños ,en los sueños de la urbe, en los sueños de un tesoro que un día a la Encarnación se quisieron llevar,pero que mejor lugar para estar que en el legado de uno de los arquitectos mas ilustres que dio la humanidad.
Salió del parque y caminó por los Jardines Murillo,que tarde aquella en la que el misterio de la Redención por allí paso,que tiempos en los que aquellos eran lugar para encontrarse con las sombras del parque, las visitas al Prado o con los besos del primer amor que llegaron de unas islas lejanas,primer amor que durante dos tardes se convirtió en bocadillo y botella de agua para la morena que desde el Tiro de Línea vestida de nazarena con escudo mercedario era por él acompañada.Quien lo diría que años más tardes él también atravesaría la ciudad vestido de nazareno acompañando a una hermandad.
Entonces decidió adentrarse por Santa Cruz y pasear por sus calles estrechas,estrechez de Romero Murube en tarde de Martes Santo una vez que la Hermandad del Cerro ya por el otro lado de los Reales Alcázares vuelve a su barrio.
Deja atrás la silueta de la Giralda y camina entre el Archivo y la copia del Giraldillo,dirigiéndose a la Purísima del Postigo,bajo el arco pasa recordando la noche que el Cachorro el cielo de color albero con su cruz rozaba.
Siguiendo con el paseo a la antigua cárcel se acercó,ahora todo aquello eran oficinas en su día un preso a la Esperanza Marinera,Soleá dame la mano la mañana de Viernes Santo a la Madre de Dios le cantaba.
Y la ensencia de las dos orillas de Sevilla el Puente recuerdos de tardes de Viernes Santo,cuando desde el Paseo de Colón delante de Pepe Luis vio como un Nazareno con la cruz de Carey que cargaba el puente cruzaba.
Entonces le vino un recuerdo y decidió no seguir el camino hacia Triana, cogió por el Paseo de Colón volvió a adentrarse en el Arenal y el Postigo volvió a cruzar llego a los pies de la Giralda y un huequecito pequeño en el Convento de la Encarnación buscó,allí entró en una recóndita plaza y bajo su cruz se sentó,aquella plaza le servía de descanso y de reposo sombrío cuando el calor apretaba y además la música que una tarde escuchó allí,bellos acordes emanados de una guitarra que las manos de una joven, de memoria como si fueran un poema recitaba.
Se sentó y vio pasar el tiempo,por un momento desconectó y disfrutó de aquella inmensa soledad y del remanso de paz que allí se gozaba.Al levantarse volvió a recorrer el túnel y salió de nuevo a la Plaza Virgen de los Reyes,la ciudad de nuevo le esperaba.


A Rocío por sus hermosos versos y a Estrella por su cumpleaños ¡Felicidades!

Foto Jara
Texto Jara

No hay comentarios: