domingo, 13 de octubre de 2013

Una oración de Esperanza







Llegó la mañana, por fin era el momento de la Jura de Reglas, después de muchos avatares del destino, entonces y tras coger su medalla, su libro de reglas y sacarse fotos con las personas que le acompañaban en aquella calurosa mañana de octubre el nuevo hermano se sentó un momento  en uno de los bancos de la Capilla.
En su mano llevaba unos versos que tenía desde hacía muchísimo tiempo, versos dedicados a personas que siempre le habían apoyado en los momentos difíciles, también llevaba una oración dedicada a la Virgen.
Ilusionado con la medalla puesta ya sobre su pecho, pensó las veces que se acercó a la Virgen y los momentos buenos y malos vividos, pero incluso en los peores momentos la Virgen siempre estuvo a su lado, trayendo la Esperanza a la persona que estaba necesitada.
Hacía calor en la Calle y más calor en la Capilla, había mucho calor humano, entonces decidió acercarse a dos personas que le habían acompañado y se sentó junto a ellas, enseñando lo que había traído, leyeron los dos textos y en un momento del corazón salió un pequeño hilo de voz dirigido hacia la Virgen, entonces el Hermano  que juraba ese día alzó la mirada y dijo mirando a la Madre.





¡Dios te Salve María,
 Reina y Madre de Triana!
De gracia llena eres
siendo el faro que nos guía,
eres la celestial Capitana
de nuestra travesía.

Bendita es nuestra Esperanza,
bendito fruto Jesús,
que tras caer con la Cruz
de nuevo se levanta
iluminado por tu  Luz.

¡Santa María, Nuestra Señora!
Ruega por este pueblo pecador
que navega contando horas
para llegar al Puerto de Nuestro Señor.




Así fue como lo hizo y salió de la Capilla con gran alegría puesto que después de muchos momentos complicados había llegado el momento de estar delante de Ella y jurar Reglas como hermano. Al salir una cosa tenía clara a Nuestro lado siempre esta la Esperanza en nuestra travesía, ayudándonos para que esta se haga con un mar en calma y que en caso de tempestad tengamos un puerto seguro bajo el cobijo de su manto.



Texto José Antonio Rodríguez Ángel
Foto Manuel Antonio Rodríguez Madrigal.

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