lunes, 23 de febrero de 2009

El sueño de seguir siendo un niño


Déjame soñar y de ese sueño no quiero nunca despertar,déjame que la primavera se vaya acercando,déjame ver florecer el azahar en los naranjos,déjame darme una vuelta por el centro para ver los templos.
Pero el tiempo pasa y no perdona a nadie,pero en los sueños todo es posible y posible es volver a sentirnos el niño que un día fuimos.
A ello nos traslada cada estampa de los carritos para arriba y abajo,los niños pidiendo cera y caramelos.
Ver esa estampa significa recordar sentirse niño otra vez,es como la cabalgata de reyes,pero no solo es un cortejo el que puedes ver sino que son varios al día.
Y quiero volver a ser niño para tener esa candidez y quiero volver a ser niño tener más inocencia.
Jesús lo dice dejad que los niños se acerquen a mi,diciendo que son los puros de corazón lo que más cerca estarán de su luz.
Juan Pablo II viene a explicar en una de sus catequesis que debemos ser niños para dejarnos guiar por Dios en el camino del Bien.
Por desgracia muchos niños sufren hoy en día,ya sea por el hambre,la enfermedad o la crueldad de los adultos.
Hacer feliz a un niño es hacernos felices a nosotros mismos,pero no confundamos la felciidad del niño con darle todos sus caprichos, hacerlo feliz es enseñarle el camino del bien,que aprenda que cosas son necesarias para la vida y que cosas son superficiales y perfectamente prescindibles.
Solamente así crearemos una sociedad que evolucione a mejor,una sociedad donde los valores estén por encima de los caprichos,y no como ocurre ahora.
Por eso quiero seguir soñando,para acercarme un Domingo de Ramos,para ver el misterio de la entrada en Jerusalén y para disfrutar con aquellos que miran hacia arriba ven a Cristo y una vez que el señor ha pasado quieren seguirle o quieren ir a buscar otra cofradía,para en su inocencia hacer la bola de cera cada vez más grande.
Sin darnos cuenta la bola de cera será mayor,el niño verá en la bola un regalo,el niño es feliz con algo que cuesta tan poco,al igual que es feliz con un simple caramelo,pero el niño nos hará a nosotros también felices,ya que estamos disfrutando con su inocencia,esa inocencia que todos tuvimos un día,esa inocencia que fuimos perdiendo con el paso del tiempo,la madurez nos enseñó como hacer el bien pero a la vez nos enseñó las cosas malas de la vida y la maldad que nuestra especie puede llegar a tener.
Aunque el tiempo no perdone en mi físico aunque mis facciones de crío se vayan perdiendo,no quiero que el tiempo me arrebate mi inocencia,te puedes llevar cualquier cosa, pero la inocencia no.Allí donde haya un chiquillo me sentiré yo siéndolo por un instante y cómo él degustando el caramelo que le ha dado un nazareno yo me sentiré añorando ese tiempo y esa etapa que yo un día tuve,pero esa etapa que en esos momentos no me abandona,sino que brota de nuevo en mi corazón o en el de cualquiera de nosotros.
Por eso seamos niños en nuestro corazón,pero seamos adultos y responsables para educar a las generaciones venideras, y exijamos ahora un mundo más justo para ello pero esto solamente lo conseguiremos si los educamos en los valores y en crear esa sociedad más justa dándoles como ejemplo el bien que hizo Jesús y su obra y atención hacia aquellas personas que cómo los niños mas pequeños tropiezan al dar sus primeros pasos

Texto Jara

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