miércoles, 18 de febrero de 2009

Refugio y Salud de nuestras vidas

Eran las 11 de la mañana,el silbido del tren que partía hacia Cádiz retumbaba en los andenes de la Estación del barrio de San Bernardo.
Aquel hombre de gabardina y sombrero gris recordaba la infancia en aquellas calles,la Fábrica de Artillería seguía en pié pero en el barrio apenas quedaba viviendo gente,el nuevo urbanismo y las necesidades de comunicación lo habían alejado de la ciudad en vez de hacerlo próspero.
Ya no jugaban los niños al corro pensaba para sus adentros mientras esperaba a que alguien se bajará de un tren en aquella estación.
El tren llegaba con retraso y según avisaron en pizarras escritas a tiza,quedaba todavía bastante tiempo para que enfilara la entrada de la playa de vías,por lo que decidió darse una vuelta por el Barrio.
La fábrica seguía activa puesto que según había leído en la prensa de aquellos días se preparaba un arsenal para evitar las revueltas en el norte de África.
Pensaba que había vivido bastantes guerras y no entendía como aquello seguía en pié y cual era el motivo de seguir combatiendo,puesto que aquellas Colonias solo daban problemas.
Siguió paseando por las calles de su infancia hasta que llegó a la iglesia en la fue bautizado e hizo la comunión y había servido de monaguillo durante bastantes años hasta que consiguió un empleo.
Aquella iglesia de tres naves donde un día despidió a sus padres asesinados en una revuelta que empezó en la zona del matadero y que llegó hasta la Plaza de Toros Monumental que un día mandó a construir Joselito el Gallo ya que este no podía torear en la Maestranza al estar a cargo de ella amigos cercanos a Juan Belmonte.
El día que abandonó la Parroquia lo enviaron al edificio de envíos postales y le dijeron que el único puesto que quedaba vacante era el de correo de unidad e información en el frente de la Guerra que se desarrollaba en Europa en aquellos momentos,no le quedó mas remedio que aceptar y lo enviaron cerca de Lorena.
Recordaba que transmitia los mensajes de un bando y de otro y que enviaba información de bajas por muerte o heridas,su mision tenía carácter humanitario y era respetado por ambos bandos.Veía lágrimas en rostros de esposas,madres,había observado aquellos hospitales llenos de gente lamentándose y preguntándose cuál era el sentido de aquella confrontación,veía por los caminos a huérfanos como él pero se veía en la impotencia de ayudarles salvo dándoles el trozo de pan o la comida que llevaba aquel día.
Una mañana de lluvia cayó en un barrizal y fue confundido y disparado,lo dieron todos por muerto,pero al llegar a aquel depósito lleno de hedor y sangre una asistente de una organización llamada la cruz roja se dio cuenta de que vivía y decidió trasladarlo a su casa allí lo mantuvo hasta que pudo dar cuenta de que estaba vivo y regresar a España
De repente sonó la campana de la iglesia y entro en ella allí vio a los titulares de la Hermandad que residía en aquel templo,los mismos a los que había mimado cuando más joven y en ese momento se puso a orar y a dar gracias por estar vivo.
Ahora sonó el reloj de la torre y recordó que el tren estaba a punto de llegar si se cumplía el horario.
Corriendo hacia la estación tropezó y perdió bastante tiempo,a la llegada al andén el tren estaba allí pero nadie se bajaba ya,entró adentro de los vagones pero no encontró nada se puso a correr y llegó al vestíbulo.
-Alfonso ven aquí soy Salud-le dijo una voz en el vestíbulo
El hombre se acerco y en aquel momento volvió a ver aquel rostro que le salvó de la muerte.
-No vengo sola,esta es Refugio,nuestra hija-añadió la mujer
El hombre se acerco y vio el fruto de la relación con aquella mujer que se había casado pero que no había podido traer de vuelta a España.
Los tres salieron del vestíbulo y se dirigieron hacia las calles del Barrio,en los que aquel hombre se crío,al fondo la torre de la Iglesia repicaba.
En el interior las imágenes del Cristo de la Salud y la Virgen del Refugio acogían la oración de una viuda.
Cristo y su Madre son el mayor Refugio de nuestras vidas y nuestra Salud,ellos nunca nos abandonan.
En estos días duros tengamos un Refugio en nuestros corazones para los familiares de Marta

Texto Jose Antonio Rodriguez

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